23 mayo 2006

Hombres lobo en Hermosillo

La mujer de ojos pequeños, siempre supo que se casaría con un hombre de abundante vello en pecho. Lo anheló, lo deseó y hasta lo vió en sus sueños, pero cuando conoció a Ramón, no fue exactamente lo que esperaba.
Tenía vello en pecho.... pero tambien en manos, cuello y cara. Sobre todo en la cara.
Un día se bañó, se puso vestido, se perfumó y caminó con rumbo al Richard's Circus, que estaba de gira en la ciudad. Ahí se acercó a Ramón y le confesó que se enamoró de él en la función del día anterior, cuando lo vió hacer el show del hombre lobo.
Ramón fue presa fácil ante las palabras de la interesada mujer que le acariciaba el rostro, con fingida ternura y reprimida repulsion, y entonces, le pidió matrimonio.
Ella aceptó gustosa. Era la única manera de cumplir su sueño: ser trapecista de un circo.
La vida circense le atraía desde niña. Hoy empezaría con ese modesto circo, pero mañana, quizá sería la estrella principal de algún circo europeo.
La boda fue modesta, minutos antes de partir a la siguiente ciudad. Los payasos, trapecistas, domadores y hasta los animales, vieron con malos ojos a la repugnante mujercita.
Ramón estaba embelesado. Nunca una mujer, que no fueran su madre o su abuela, lo había siquiera rozado con su mano.
El matrimonio fue para él, conformarse con dormir a unos metros de su mujer, que por si alguien todavía lo duda, jamás fue su mujer en el estricto sentido de la palabra.
La vida de circo, no fue lo que Raquel esperaba. Era mucho el trabajo y poca la recompensa. La fama y el dinero, fueron directamente proporcionales a su escaso, o más bien nulo talento para el trapecismo.
Tras quince años, Richard’s Circus volvio a Hermosillo, a instalarse dentro de la Expo Gan. Para los cirqueros, era una plaza más. Para Ramón y Raquel, un lugar que les llenaba de nostalgia el pecho.
Ahora vemos a una fracasada y arrepentida Raquel, que vuelve a su casa buscando al marido y a los pequeños que quince años atrás abandonó en busca de un sueño. Obviamente, el marido no la deja poner ni un solo pie dentro de la casa, por malagradecida. Sale llorando de ahí. Sin ganas de volver al circo, camina sin rumbo hasta perderse en el horizonte.
Ramón por su parte, recorre cabizbajo y a paso lento la expo. En general todo luce igual que hace 15 años. Excepto por un modesto puesto:
“Conozca a Nancy, la bella mujer lobo”. Sin pensarlo, Ramón paga los 15 pesos de la entrada. En el cuarto de 2x2 metros, las miradas del hombre lobo y la mujer lobo se encuentran, se reconocen, de esa manera en que se reconocen los que por destino se pertenecen. Salen juntos de ahí con rumbo a la carpa del pequeño circo. Nancy ocupará el lugar que durante 15 años, Raquel no pudo llenar.
Contentos, de la mano, la nueva pareja recorre la expo.


Una joven pareja los observa desde el puesto de las nieves.
-Serán de verdad?
-Pués dicen que si existe gente así.
-Es que no creo que sean tan peludos, para mi que son máscaras.
-Pues quién sabe eh! Ves a tantas personas a tu alrededor, pero nunca sabes la cantidad de historias de vida que pueden tener.


Vaya historia cursi. Pero quien piense que esto sólo ocurre en los cuentos, está muy equivocado.

5 comentarios:

ppon dijo...

Me gustan esos viajes =)
mucho.

Enrique dijo...

El circo de la vida.

Anónimo dijo...

y quién sabe qué otras miles de historias inimaginablemente divertidas deba tener corriendo por la mente la señorita que escribió esto. :) que bien amiguis,
Que divertis jajaja.. :) Por eso y mas te quiero. =D.

La Sombra dijo...

Mmm, pues está bien... no creo que alguien dude de esa historia... no es nada inreíble.

Talya dijo...

JA! Cool. :)