Intentamos nadar contracorriente en un mar de agua seca. Caliente. La marea en que nos desplazamos es furia que abraza y golpea, amor apache, cariño impulsivo que lastima porque no sabe expresarse.
Somos de sangre roja y ardiente los peces que rompemos las olas. Nuestro aleteo es latido enérgico que se hace uno en el torrente sanguíneo de la ciudad. Nadamos con bandera de víctima y en sudor se nos van las ganas y el agua.
Carecemos de branquias (o están sin descubrir) pero sobrevivimos, nos aferramos al ambiente hostil que nos da acogida. Nos negamos a secarnos también por dentro. Somos palpitar húmedo en el corazón de un cuerpo agrietado.
1 comentario:
Te echaré de menos esta semana, condenadota. n_n.
Enrique Federico Ban Sánchez.
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