06 agosto 2009

Guardería ABC, a dos meses


Roberto Zavala murió hace dos meses. O al menos, eso afirma ante las dos mil personas que lo escuchamos frente y alrededor de la bodega que ocupaba la guardería ABC, lugar donde, el 5 de junio, su hijo Santiago murió víctima de un incendio.

Es la esquina de las calles Ferrocarrileros y Mecánicos de la colonia Y griega en Hermosillo, Sonora. Poco más de las 9 de la noche del 5 de agosto de 2009. Apenas dos meses y unas cuantas horas hace que el fuego y el humo, las ambulancias y las sirenas, los gritos y el llanto, ahogaron el sitio y silenciaron la ciudad.

Desde el remolque donde está parado junto a otros padres de los 49 niños muertos, Roberto mira de reojo el edificio naranja con franjas azules y amarillas. El almacén adaptado como estancia infantil del que muchas mañanas se alejó sonriendo tras dejar en un lugar "seguro" a su hijo y al que hoy ha vuelto con un rostro opuestamente distinto.

Ya son dos meses, dice, de no bañar a Santiago, dos meses sin pasearlo, dos meses sin juntar por las noches los juguetes que dejaba regados por la casa. Son dos meses de no temerle a la muerte porque ya la vivió.

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Por primera vez, centenas de hermosillenses observan de cerca el lugar del siniestro. Perplejos, los ojos oscilan entre las ventanas minúsculas de la fachada de la guardería y la puerta principal no mayor que la de una casa habitada por 3 o 4 personas. Escudriñan las dos supuestas puertas de emergencia: una en el centro, también tamaño estándar; otra al lado derecho, incrustada en un portón.

Curiosos observan los plásticos negros que las autoridades colocaron para cubrir los boquetes que la gente abrió el 5 de junio con marros y a fuerza de empujones con una camioneta en un intento por rescatar a los niños.

Posiblemente se preguntan cómo fue posible que habiendo tantas vías no pudieran sacar a más niños. Probablemente les parezca obvio que las puertas de emergencia no lo eran, porque de haberlo sido, se hubieran abierto con facilidad, hacia afuera, con un empujón, como cualquier puerta de emergencia. Seguramente no necesitan ser especialistas para saber que hubo negligencia y omisión, y ahora impunidad y corrupción.


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Frente a la entrada de la ABC hay flores, velas, fotos. Se ha formado un altar en la puerta que antes separaba a los papás de sus retoños unas cuantas horas al día y que ahora simboliza una distancia que supera todo tiempo y espacio.

Los deudos y sus allegados han arribado al lugar tras encabezar una marcha que partió de la Plaza de los Tres Pueblos y corrió por todo el bulevar Vildósola.

"Cada paso es un grito de justicia" es la frase en muchas camisetas. En el contingente van niños, jóvenes, adultos. Viene doña Rita, la señora de 80 años que no se ha perdido ninguna marcha. Son muchas las personas que quisieran dar alivio a los papás.

Al frente, los tambores marcan el ritmo cardiaco de un monstruo blanco de mil pies y manos.

Hay reclamos de todo y para todos:
"Nosotros confiamos en ustedes, ¿les importó más el dinero que nuestros hijos?"
"Cárcel a los verdaderos culpables"
"Tú estás en el cielo ¿Y la justicia dónde está?"
"Señor arzobispo ¿y la Iglesia qué opina? ¿o tenían que ser niños ricos?"

Las preguntas revolotean en el aire buscando respuestas.

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Al llegar a la guardería los esperan unas 300 personas. Hay curiosos que observan la edificación, resguardada las 24 horas del día por elementos de las policías municipal y estatal desde el día del incendio.

Un despachador de la gasolinera de enfrente, Carlos, observa desde sus ojos acuosos. Quizás en espíritu regresa el tiempo dos meses y vuelve a correr hacia la guardería, dejándolo todo para querer darlo todo en el rescate.

En la muchedumbre también se encuentra Francisca, una estilista que aquel día dejó tirado su trabajo para apoyar a los rescatistas. Llora como en la imagen que circuló en los periódicos del 6 de junio donde sostiene a dos bebés en el interior de una ambulancia.

Un silencio total precede a los papás que hablan. Dice Manuel Rodríguez, padre de Xiuneleth, que la Guardería ABC y el Hospital CIMA son dos lugares por los que aún no se atreve a pasar. Es la primera vez que toma la palabra en una concentración masiva: "Les quiero decir a las autoridades: ‘Señores, sí tengo un precio, se llama justicia, si me la dan, díganme dónde les firmo, inmediatamente lo hago’".

Dora, mamá de Jorge Sebastián, se desahoga. "Que jodido está el IMSS", grita. ¡A mi hijo me lo mataron, me lo dejaron morir, me lo dejaron morir! Rompe en llanto y es como si cada frase le cortara la garganta.


Hablan más padres. Señalan al IMSS como primer responsable por no haber protegido a sus niños. También a los dueños de la guardería, a los gobiernos a través de sus áreas de Protección civil y todas aquéllas instancias que debieran prevenir.

También reprochan a las autoridades investigadoras y de justicia: las Procuradurías estatal y federal, y ahora la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). ¿Por qué parece que nadie los quiere ayudar?


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49 niños muertos, 74 lesionados, 14 afectados por el humo, 84 ilesos, 221 inscritos, 196 la capacidad que tenía. 1 "chiva expiatoria" en la cárcel. Más de 10 marchas. Muchísimos pasos.

¿Hablan los números cuando nadie los escucha?

5 comentarios:

Tintas de una Luna Serrana dijo...

Me parece una cronología completa, considerando factores en aparencia distintos a la marcha 'per se'. una vez leída no parece texto largo, lo cual significa que es amena su lectura, aunque me quedó con: "Los tambores, al frente, marcan el ritmo cardiaco de un monstruo blanco de mil pies y manos".

Frida dijo...

Rinis, me gustó mucho tu crónica, Así deberías escribir para el periódico. Es lo que me gustaría leer de cada nota tuya. Con más imágenas, más narración, más puntos y comas, y dejando a un lado el: comentó, aseguró, aseveró...
Mua! love you!

Frida dijo...

Reinis reinis mua!

Pixie dijo...

Deberías tener tu propio periódico. :D. Y que se llame "Notici-Ale´s" :D. Y poner tus propias fotografías bien bonis. Bueno al menos una revista o boletín :).OK con que tu seas la editora pues! ¿Puedo hacer una colaboración?

:) Saludos chulis.

por Isabel GpC.

Ale A dijo...

Me encantó tu crónica Ale.
Muy buen relato, desgarrador, pero también responsable y comprometido.
Saludos !