16 agosto 2008

El sueño de Saint-Exupery

(Ejercicio de clase, en el que debíamos inventar el sueño de un personaje famoso).

La tarde del 31 de julio de 1944, el francés que escribió El Principito tuvo un sueño.
Soñó que estaba sobre una loma de arena blanca contemplando una puesta de sol que nunca terminaba.
Todo a su alrededor era luminoso y líquido. Súbitamente, el llanto de un bebé irrumpió en su éxtasis. Al girar la cabeza, encontró que Consuelo, su mujer, llevaba un niño en el vientre. Alcanzó a percatarse de que el bebé, a pesar de sus pocos meses de formación, era rubio y hermoso. Era el principito y era su hijo. Una sensación fría y cálida a la vez caminó de su pecho a su cerebro, desembocando en una sonrisa. Consuelo, en cambio, lo veía sin mirarlo, con sus manos sobre la panza.
Entonces él sintió desconsuelo ante la decepción que su esposa sentía por él. Recordó a la flor que en su libro tanto amaba El Principito y deseó haberla hecho con más esmero. Quizás debió escribir un libro especialmente sobre esa flor que también él amaba.
El llanto del bebé lo sacó del sueño dentro de su sueño. !Dibújame un avión!, dijo la creatura.
Saint-Exupery pensó en hacer mejor un dibujo del él con el principito en sus brazos para guardarlo por siempre. Pero al estirar su brazo, intentando alcanzar un lápiz, se despertó abruptamente, mientras el avión que tripulaba caía lentamente.
Fue la última misión del escritor y aviador francés.

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