18 abril 2006

El muerto

Alguna vez se les ha subido el muerto?
Un primo decía que a veces en las noches sentía un peso encima que no lo dejaba levantarse, ni moverse. Sentía mucha desesperación y así como que se sofocaba y no podía respirar bien ni hablar. Alguien le dijo que cuando le pasaba eso era porque, literalmente, 'se le subía un muerto encima'.
Yo, la verdad, pensé que lo que le pasaba a mi primo, era que tenía pesadillas o algo parecido.
Pero un día, lo viví en carne propia. Se me subió el muerto!!
Iba camino a Tucson, y decidí dormirme un rato. No importándome que el espacio en el carro fuera pequeño, me acomodé como pude entre el resto de los pasajeros.
No se cuanto tiempo pasó, pero cuando decidí levantarme no pude. No podía moverme y no podía jalar aire. Escuchaba las pláticas que traía mi mamá, pero no podía abrir los ojos. Quería hacer señas para que me ayudaran a levantarme, pero ni eso pude. Entonces se me ocurrió gritar con todas mis fuerzas, para que vieran que estaba en un problema y alguien me moviera o hiciera algo. Así lo hice, y en cuanto grité, pude abrir los ojos y levantarme.

Me volvió a pasar como dos veces en días posteriores y hablé con una experta. Ella me dijo, que lo que pasaba era algo muy sencillo y completamente natural.
En esas ocasiones, la mente se despierta antes que el cuerpo, por lo tanto, como el cuerpo está dormido todavía, no hace caso a las ordenes que le envía el cerebro para despertarse, abrir los ojos, moverse, etcetera.
Quedé conforme con la explicación de la profesional.


Pero de todos modos, creo que no hay que descartar la posibilidad.
A ti.. se te ha subido el muerto?

12 abril 2006

Anécdota

En aquella ciudad que tanto me gusta, pasó una vez, que fui al panteón municipal, a visitar las tumbas de algunos familiares.
El terreno en ese panteón, es muy extraño, tupido de lomas y pequeños valles. A un lado, está la famosa y a la vez, misteriosa cárcel de la que tanto había escuchado en mis viajes anteriores.
El clima, delicioso como el de todas la tardes que he podido pasar allá. El cielo, sombrío como nunca.
Recorrí buena parte del panteón para encontrar las tumbas de mis parientes. Me entretuve intentando pronunciar los impronunciables apellidos japoneses que predominaban en gran parte de las tumbas.
Allá, hubo una época en que los japoneses dominaron el comercio local, más o menos como lo hicieron los chinos aquí a principios del siglo XX. Los descendientes de esos japoneses, pertenecen actualmente a la clase alta de la ciudad. Por eso sus tumbas son de las más arregladitas.
Justo cuando estaba observando una de éstas, me acordé de la cárcel, y me quedé mirando la torre de vigilancia por un rato, intentando comprender si sería posible lo que se comenta acerca de esta.
Y lo que se comenta es lo siguiente:
Dicen, que una de las 427 tumbas, es en realidad la entrada a un túnel que se conecta con uno de los baños de la cárcel. Túnel por medio del cual se han escapado numerosos reos, haciendose las autoridades de la vista gorda. Mientras seguía pensando en eso, sentí una ráfaga de viento helado que pasó por detrás de mi, acompañada de escalofríos.
Giré en mi eje en una fracción de segundo, y sin embargo, lo que pasó corriendo (o volando) atrás de mí, ya había avanzado unos 100 metros, y al llegar al muro lateral del cementerio, desapareció sin dejar rastro.
Seguramente, esperarán que diga que me quedé 'helada', en shock, o más dramaticamente, que me desmayé. Pero no pasó nada de esto. Mi espíritu periodístico entró en acción, e inmediatamente escaneé todo el territorio, buscando la tumba de la que seguramente habría salido lo que según yo, era un reo en proceso de fuga.
Corrí hacia donde mi instinto me indicó que estaría esa tumba. Y en efecto, la encontré. Para variar, era de un japonés. Pero en ella no había un túnel. Sólo quedaban los vestigios de lo que en algun tiempo fue un ataúd de cedro, abierto completamente, cual si alguien acabara de abandonarlo.
Recorrí las 426 tumbas restantes, pero todas estaban en completa calma, en buen estado y, lo más importante, completamente cerraditas. Sólo quedaba algo por hacer.
Ir a la prisión, y no salir de ahí, sin estar segura de que todos los presos seguían en su lugar y ninguno había escapado.
Hasta que me acerqué, me percaté de que el edificio estaba en completo abandono.
'Hace 2 años que trasladaron la cárcel a otro edificio, ahorita lo están preparando para convertirlo en museo', me dijo un velador.
Ahora sí, me quedé helada.
Una hora después, ya en carretera, la imagen, entre mas la pensaba, mas se iba borrando de mi mente. Sin embargo, el olor a muerto (a muerto viviente) que percibí en aquella tumba, se iba haciendo cada vez más fuerte.

10 abril 2006

Gaby

3:15 de la mañana. Su cuerpo le pide quedarse más tiempo en cama, pero el despertador le recuerda que es hora de comenzar su rutina. Otra vez.

Ropa comoda, tenis blancos y gorra. Gaby está lista para arrancar.

No es la Guevara y tampoco es atleta. Es Gaby, la que vende el Imparcial en el crucero de Colosio y periferico poniente.

Me ayudó con 2 trabajos el año pasado. Primero me dejó tomarle fotos cuando llevaba Taller de foto II. Despues la entrevisté para hacer una historia de vida. Es bastante simpática y hace su chamba con gusto.

No por nada tiene dominado el terreno de las ventas en ese crucero. Papeleritos han ido y venido y la Gaby sigue ahí. Y se lo merece, porque es de las pocas vendedoras de periódicos, que todavía vocean. “Parciaaaal, parciaaaal”. Asi grita. Aunque ella asegura que dice: “Imparciaaaaal”.

Ha hecho muchos amigos y hasta un galan le salió, un dia que se fue muy guapa a trabajar porque era su cumpleaños. Obviamente, por ética y respeto a la familia, ella lo rechazó.

Aunque gana poco (80 centavos por periodico), Gaby le pone muchas ganas al trabajo, porque lo que más disfruta es vocear.

A eso de las 12 del medio dia, agarra camión a su casa y atiende el changarrito que tiene ahí mismo, por la calle Sonora.

Tiene 2 hijas adolescentes y un esposo invidente a quienes cuidar, kilitos encima y varices dolorosas, pero me sorprende que siempre la veo sonriente y llena de planes. Quiere aprender inglés y comprarse un carrito.

“Un carro para irme a dar la vuelta a la playa, sin que nadie, nadie me diga nada”, me dijo un día caluroso, de bajas ventas.

02 abril 2006

2 de Abril, 3 figuras



"Lo esencial es invisible para los ojos"
Hace 60 años, se publicó por primera vez "El principito", del francés Antoine de Saint-Exupery. Más allá de un libro para niños, la obra va para todo público, pues habla de una de las necesidades más básicas del ser humano: crear lazos afectivos.




"México siempre fiel"
A un año de la muerte del Papa Juan Pablo II, fueron pocos los especiales de TV y cortas las notas, que se perdieron entre realitys y la lista de seleccionados mexicanos, para Alemania 2006.





"Esperanza"
Ese es el nombre de la mamá de Alfredo Jiménez Mota. A un año de la desaparición de éste, y con pocos y vergonzosos resultados en la investigación, El Imparcial publica una carta en que la señora le recuerda a su hijo, donde quiera que esté, que lo extraña cada día más, que lo quiere y lo sigue esperando. La señora Esperanza, le hace honor a su nombre.

The wedding planner

¿Qué pasa con las bodas? ¿Qué ocurre en ese ritual cívico-cultural-religioso, que hace que hasta el más lejano y desconocido invitado se sensibilice e incluso emocione, al grado de dejar asomar una tímida gotilla de agua por sus ojos?
No es la comida, la bebida, el pastel, la música o los invitados.
Es algo más. Puede ser la trascendencia que a lo largo de la historia se le ha dado a este evento, que surgió como un contrato cuyo fin era que los contrayentes se protegieran mutuamente de cualquier infidelidad. O puede ser también la nostalgia de recordar (los ya casados), o imaginar (los solteros), aquel momento, en que, inevitablente, se ve protagonizando su propia boda.

Cualquiera que sea la razón, mis respetos para los valientes que se atreven a emprender la dichosa aventura, y para ti y para mi, si algún día habremos de vernos envueltos en tales menesteres.